domingo, 2 de septiembre de 2007

A exposición pública la ordenanza medio ambiental de ruido y vibraciones de Pinseque.

A exposición pública la ordenanza medio ambiental de ruido y vibraciones de Pinseque - Aragón - www.elperiodicodearagon.com

El equipo de Gobierno PSOE-PAR de la localidad zaragozana de Pinseque ha aprobado recientemente la ordenanza medio ambiental de ruido y vibraciones, que ayer salió publicada en el Boletín Oficial de Aragón (BOA) y que ha quedado ahora, por periodo de un mes, a exposición pública.

Este reglamento intenta poner orden y mediar para solucionar los conflictos que surgen entre el derecho a descansar y el ocio, informa el equipo de Gobierno en una nota de prensa. Además, en los núcleos rurales también existen otros problemas, como el ruido de coches y ciclomotores o las celebraciones en domicilios particulares, a los que esta ordenanza intentará poner solución.

Hasta estos momentos, señalan, "la policía local no disponía de herramientas" para solucionar estos conflictos y pese a su labor de mediación, no podía sancionar. En este sentido, "el anterior equipo de gobierno no fue capaz de sacar adelante una ordenanza, durante la anterior legislatura, algo muy demandado por muchos vecinos, sobre todo por el ruido excesivo de algunas motos en la época de verano", apuntan.

El actual equipo de gobierno solicitó un estudio a la Policía Local de Pinseque, "para dotarnos de una ordenanza moderna y efectiva, pero acoplada a nuestra idiosincrasia como núcleo rural", aseveran. Una vez realizada esta tarea, la asesoría jurídica revisó el documento, y el mismo se llevó a Pleno, donde la ordenanza fue aprobada con los votos a favor de PSOE, PAR y CHA, y el voto en contra del PP, recuerdan.

Así, el equipo de gobierno PSOE-PAR, "además de agradecer la ayuda de los miembros de nuestra policía local", se muestra "satisfecho de haber sido capaces de dotarse de una ordenanza en un ámbito tan delicado como éste, que supone un importante reto para una población de nuestra entidad", concluyen.

El ruido nacional...

El ruido nacional | El Periódico de Catalunya | Opinión

Hace unos 20 años me llamó mucho la atención un artículo de Domingo García Sabell sobre la tendencia española a gritar "en demasía" y "por todo". Lo acabo de releer. El culto y afable gallego -a quien tanto echamos de menos- se queja de que, en España, "se gritan hasta las confidencias". Que en las cenas y otras concurrencias todos hablan con "grandes voces" y a la vez. ¿La explicación? "Andamos a la búsqueda del asombro de los demás" y se alza la voz mirando al tendido, "esperando la tácita ovación del público". Somos "espectaculares". La consecuencia, en opinión de García Sabell, es que en España el diálogo -el diálogo auténtico- "apenas si se produce". ¿Y cómo se puede producir, si "un yo vocifera y otro yo le responde, y ninguno de ellos se entiende"? Todo ello lo considera muy grave, entre otras razones porque, cuando no hay disposición dialogante, la diosa razón "se retira, se agazapa o huye lejos, donde no la perturben y pueda llevar a cabo su labor, su pacífica labor de deslinde, de aclaración y de entendimiento". Como se ve, el escritor estaba de acuerdo con el consejo de Machado: "Para dialogar, / preguntad, primero; / después... escuchad".

ME HA interesado constatar que, al referirse a los excesivos decibelios emitidos por sus compatriotas, García Sabell utiliza tres veces el sustantivo "alarido", y una vez "algarabía". Voces, claro está, árabes. No conozco la opinión al respecto de los especialistas, pero tengo la impresión de que aquel idioma es rico en términos expresivos de distintas variedades de estridencia vocal (ha dejado en el español, además de los dos utilizados por nuestro autor, por lo menos otros cuatro: albórbola, alboroto, alborozo y algazara). A juzgar por mis conciudadanos del barrio madrileño de Lavapiés, el árabe se habla alto en sitios públicos. ¿Será que los "alaridos coreados" y "atroces alaridos" que tanto ofendían a García Sabell son en parte un resultado más de la larga presencia musulmana en la Península?

Antes que el gallego, ya había comentado Azorín, en su librito Castilla (1912), el fenómeno de la algarabía circundante. "Muchas veces hemos pensado -se lee allí- que el grado de sensibilidad de un pueblo -consiguientemente, de civilización- se puede calcular, entre otras cosas, por la mayor o menor intolerabilidad al ruido. ¿Cómo tienen sus nervios de duros y remisos estos buenos españoles que, en sus casas de las ciudades y en los hoteles, toleran las más estrepitosas barahúndas, los más agrios y molestos ruidos: gritos de vendedores, estrépito de carros cargados de hierro, charloteo de porteros, pianos, campanas, martillos, fonógrafos?".

García Sabell, y por supuesto Azorín, reflexionaban cuando todavía no había llegado el teléfono móvil, cuyo abuso convierte hoy en infernales los viajes en tren y en autobús. Pronto será el turno de los desplazamientos en avión, si hemos de creer lo publicado recientemente en los medios (Adiós a la tranquilidad a bordo, decía un titular reciente, y debajo: Vodafone, Air France y Ryanair ultiman el servicio para que los pasajeros usen en móvil en vuelo).

Acompaña a la licencia para hablar alto cuando se quiera la de cometer otros excesos decibélicos con igual impunidad. Menos mal que hay ayuntamientos que están reaccionando, sobre todo, como era de esperar, en Catalunya, donde siempre se ha sabido más de civismo que en el resto del Estado. Entre dichas corporaciones, el tripartito de Badalona, que, según leo en este diario, redactará este mes, siguiendo el ejemplo de Barcelona, Mataró y L'Hospitalet, una ordenanza específicamente destinada a la lucha contra el ruido y otros desmanes medioambientales, con la creación de un cuerpo especial de agentes encargados sobre todo de perseguir a los grafiteros, los coches discoteca y las motos demasiado ruidosas. Es decir, de mejorar en aspectos esenciales -que teóricamente garantiza la Constitución- la calidad de vida de los ciudadanos. Ciudadanos de un país caluroso donde, en verano, lo habitual es tener que dormir (o tratar de dormir) con la ventana abierta.

LA CLAVE del éxito será, seguramente, la eficaz presencia en la calle de tales agentes cívicos. En Madrid han desaparecido absolutamente las patrullas de a pie. Y con ello la posibilidad, entre otras cosas, de que la autoridad pueda parar una moto demasiado estrepitosa o un coche con la música puesta a tope. Anarquía acústica es lo que hay por estos pagos. Y lo mismo a la hora de recurrir al claxon. ¿Por qué no imponen los ayuntamientos tajantes restricciones en este caso también, como se hace en muchas ciudades europeas? ¿O es que una vez más España tiene que ser diferente, como si solo aquí nadie fuera capaz de modificar un poco sus hábitos?

Entretanto, mientras muchos jóvenes, y no tan jóvenes, siguen conduciendo después de beber, con los lamentables resultados consabidos, la Iglesia no deja de arremeter contra Educación para la Ciudadanía. ¡Qué rentrée nos espera! Lástima que no esté aquí, para apelar a nuestro sentido común, el maestro García Sabell, aquel sabio de modales suaves que no aguantaba el griterío incívico de tantos paisanos.