domingo, 30 de diciembre de 2007

Loco por las campanadas de la catedral...

- EL MUNDO | Suplemento cronica 636 - 'Loco por las campanadas de la catedral'

Cuando mañana siga con delectación el sonido de las campanadas acompasado con las uvas, piense que hay quien pasará un mal rato. Es el caso de Antonio Rus, de Jaén, inmerso en un pleito interminable.

Lleva un cuarto de siglo viviendo a golpe de campana. Los cuartos, las medias, las enteras... Y no aguanta más. Por fin, tras una década denunciando el exceso de ruido que producen los repiques de la catedral de Jaén, Antonio Rus ha dado su campanada particular al conseguir que el máximo tribunal andaluz le dé la razón y ordene al Ayuntamiento de la ciudad que mida los decibelios que emiten las campanas del templo por si exceden el límite legal.

Y, por paradojas de la vida, la decisión ha llegado días antes de que toda Andalucía escuche en directo ese sonido. Mañana, millones de andaluces se comerán las uvas viendo por la televisión autónoma el último ritual del año, ese que, si fuera por este archivero municipal jubilado, tendría que transmitirse a volumen real para que sus paisanos supiesen lo que es vivir en el infierno. Aunque sea junto a una catedral...

Desde la terraza del ático de Antonio se contempla la majestuosa obra renacentista del arquitecto Andrés de Vandelvira. ¡Qué bonita sería si no fuese por el ruido de esas malditas campanas! Rus sostiene que su continuo repicar le produce un malestar que ha afectado a su vida y a su salud. «Es como si sonaran en mi habitación. Me estoy volviendo loco», se queja el hombre que pasea diariamente acompañado de una carpeta en la que lleva la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, TSJA, para mostrarla a quien se lo requiera, junto a sus escritos al Defensor del Pueblo o la Casa Real.

Como consecuencia de la primera denuncia presentada por Antonio en noviembre de 1.999, el Ayuntamiento de Jaén procedió a medir los ruidos en su domicilio. El resultado fue un informe del ingeniero municipal en el que calificaba de «intolerable» el nivel acústico. Pero la denuncia fue archivada por razones administrativas.

En 2004 Antonio Rus interpuso un recurso contencioso administrativo, para la protección de sus derechos fundamentales, que no fue admitido a trámite. Sin embargo, su apelación fue escuchada por el TSJA que ha emitido un fallo, contra el que no cabe recurso alguno, en el que insta al Ayuntamiento de Jaén a realizar las mediciones acústicas pertinentes a las campanas de la catedral. «Lo ideal sería que lo hicieran mañana, coincidiendo con las campanadas de fin de año», asegura el denunciante.

Pero Antonio se ha quedado solo en esta lucha porque la mayoría de los jienenses antepone la tradición a su derecho a dormir. «El sonido de las campanas forma parte de Jaén desde hace muchos años»; «Es un poco ridículo. Más ruido produce el tráfico o los botellones y contra eso no se hace nada»; «Si le molestan las campanas, que se mude a otra parte, que la Catedral ya estaba aquí desde hace mucho», comentaban unos y otros al enterarse de que se pueden quedar sin campanas.

No es la primera vez ni será la última que el ruido de los repiques genera auténticas guerras vecinales. La geografía nacional está llena de casos similares al de Jaén. Uno de los más evidentes se dio en la iglesia parroquial de Villahoz, un pueblo de Burgos cuyas campanadas fueron declaradas ilegales por una sentencia del 2002 por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León.

En este caso, sí existió una medición de decibelios, tanto de día como de noche. La nocturna, en concreto, arrojó un balance de 88,9 en la fachada exterior, cuando el máximo legal es de 45. La diurna también sobrepasó el límite: 82,5 sobre una barrera legal de 55. A pesar del exceso acústico, los vecinos boicotearon a la Guardia Civil cuando llegó al pueblo con un mandato del juez de Lerma para silenciar el reloj. Un centenar de ellos se manifestaron posteriormente para pedir su reinstalación.

ANTECEDENTES

Un vecino de Bétera, en Valencia, llegó a denunciar al párroco y a la alcaldesa por el ruido de las campanas de la iglesia. El afectado asegura que los 72 repiques diarios le provocaban insomnio y ansiedad y que necesitó tratamiento psiquiátrico. En el pueblo canario de San Sebastián de la Gomera la situación se ha complicado aún más desde que un vecino boicotea las misas con música heavy a todo volumen para quejarse por las campanas.

El Ayuntamiento de Baza (Granada) ha sancionado con 600 euros a un santero de la localidad por el elevado volumen de las campanas que repican constantemente en el campanario que él mismo construyó. El hombre, lejos de amilanarse, las hace repicar ahora con más fuerza interfiriendo, incluso, en las misas oficiales de la iglesia del pueblo.

Para evitar este tipo de problemas muchas iglesias, como la propia catedral de Valencia, han optado por silenciar las campanas de noche. Y en algunos pueblos, como el de Cunit, en Tarragona, hacen hasta de despertador con polémica incluida. Los vecinos han pedido al Ayuntamiento que retrase la hora del primer repique -las ocho de la mañana- para poder dormir mientras que desde el consistorio aseguran que ésa es una buena hora para levantarse.

Para la responsable de la empresa fundidora de campanas Rosas, en Jaén, con 300 años de experiencia en el sector, muchos son los factores que influyen en la sonoridad de las campanas. «Los decibelios que emiten las campanas son variables en cuanto a su tamaño, peso o diámetro, así como de los sistemas empleados para hacerlas sonar. Si el toque se realiza manualmente el ruido cambia de una a otra. Si, por el contrario, las campanadas se producen mediante electrificación los toques son constantes y no sufren alteraciones en la emisión de decibelios», explica María del Mar, la propietaria de la fundación.

La mujer reconoce que últimamente las leyes sobre contaminación acústica y medio ambiente han repercutido de manera notable en la petición de sus clientes a la hora de solicitar una determinada campana. «Los responsables de los campanarios conocen cada día más las leyes y es habitual que en un pedido la campana sea de baja sonoridad y totalmente automática. Esto último se realiza con un sistema de ordenador que ajustando sus toques mediante un programa, puede ser activada por un simple mensaje SMS desde el móvil del campanero», asegura.

Para hacernos una idea: un sólo toque de la mayor campana del mundo, la Tzar Kolokol, ubicada en el palacio del Kremlin de Moscú tiene un sonido similar a la sirena del mayor buque trasatlántico del mundo. Imaginen lo que sería vivir cerca de ella. Seguro que nuestro protagonista, Antonio, ya se habría vuelto loco...