martes, 22 de enero de 2008

Instalan medidores para verificar si el nivel de ruido en Sabino Arana es legal.

Instalan medidores para verificar si el nivel de ruido en Sabino Arana es legal. El Correo

Los ruidos procedentes del viaducto de Sabino Arana no sólo llegan ya a los oídos de los sufridos vecinos del barrio, que piden desde hace más de quince años que se desmonte ese 'scalextric' infernal que ha puesto, muy a su pesar, una desesperante banda sonora a sus vidas domésticas. Desde ayer, tres sonómetros -una especie de micrófonos- recogen el ruido del tráfico desde tres pisos cercanos a la autovía. Estarán colocados una semana y luego, posiblemente, se ubiquen en otros puntos, para recabar la mayor información posible. Este despliegue forma parte de un estudio encargado -y pagado- por la asociación de vecinos de Basurto a la Universidad de Navarra para determinar si el impacto acústico excede los límites legales. O más bien, para confirmar, una vez más, sus sospechas.

«En 1999 un informe de Labein ya señaló que los niveles eran intolerables y que la zona de Sabino Arana era la más ruidosa de todo Bilbao -recuerda Javier Muñoz, presidente de la asociación de ciudadanos del barrio-. Desde entonces, no se ha hecho nada, por eso queremos un estudio actualizado». Tanto los residentes como el grupo ecologista Lur Maitea, que apoya esta iniciativa ciudadana, consideran que, en los últimos nueve años, la situación, «ha podido empeorar». Y, desde luego, la barrera legal de 60 decibelios -50 si es por la noche- es para ellos una utopía, porque en algunas viviendas se han llegado a rebasar los 75.

La diferencia entre la realidad y la legalidad es tan grande que la instalación de mamparas a lo largo del viaducto para absorber ruido -la Diputación ya ha empezado a colocarlas- es sólo un parche insignificante al problema. «Los paneles servirán para reducir el ruido unos tres decibelios», explica Consuelo Elosua, de Lur Maitea.

«Promesas electorales»

Para los afectados, la única manera de solucionar el problema es el derribo del viaducto, principal 'puerta' a Bilbao por donde transitan cada día 80.000 vehículos. «Sabemos que no se puede tirar antes de que esté lista la redistribución de accesos a la villa, pero lo que pedimos es que se agilicen las cosas -clama Muñoz-. Todo son promesas electorales».

Eso lo saben muy bien Emilio y María Jose, un matrimonio que vive junto a la autovía y que ha accedido a que se coloque uno de los medidores en su casa. La proximidad del tráfico hace que su coqueto salón tenga el mismo ruido de fondo que un área de servicio. Ahora miran «el chivato» que tienen en casa con esperanza. «A ver si sirve de algo. Cuando compramos el piso hace once años, nos aseguraron que había un proyecto de derribo y aquí seguimos igual», lamenta María José. Bueno, todo no, porque ella asegura que al convivir con tanto estruendo ha perdido oído. La ingesta masiva de tila, las noches de sueño intermitente, la cruel vuelta a casa tras unas vacaciones 'desintoxicadoras', las miradas «de espía» para vigilar cuando vienen menos coches y poder ventilar la casa. Todas esas rutinas que se han incorporado a su vida podrían finalizar «en unos tres años, con los nuevos accesos a San Mamés», según apuntó ayer un portavoz del departamento de Obras Públicas de la Diputación. «¿Tres años? Ojalá fuese cierto», dice María José, que además de insomnio y pérdida de audición, sufre, al igual que el resto de afectados, un daño colateral extra: escepticismo crónico.

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