domingo, 27 de enero de 2008

Familiares de los enfermos denuncian el ruido que padecen por las obras del hospital.

Familiares de los enfermos denuncian el ruido que padecen por las obras del hospital. La Voz Digital

El zumbido agudo de los taladros se cuela hasta el fondo de la sala de espera del hospital Puerta del Mar. El ruido es constante y pertinaz. Tanto, que en ocasiones apenas se oye el teléfono que comunica a la habitación con el exterior. «Este sonido es impresionante», se queja Antonia Moreno, de 59 años, que lleva 11 días pendiente de que su marido supere la neumonía que le tiene postrado en una cama.

Detrás está Adelina, que hace 22 días que no se mueve de un sofá negro donde parece haberse detenido el tiempo. A su lado, una mujer de pelo blanco y zapatos sintéticos de piel de leopardo hojea, sin apenas fijar la mirada, una de esas llamadas revistas del corazón. Prefieren pasar este tiempo juntas. Aunque antes de entrar en este cuarto de escasos diez por cinco metros y frías baldosas blancas en el suelo, fueran dos perfectas desconocidas. «Con los días nos hemos convertido casi en una segunda familia», dice la señora de los zapatos de leopardo con una sonrisa que se empeña en no perder. Ahora comparten cotilleos y bocadillos de tortilla que se les atragantan y rara vez consiguen terminar, según cuenta Adelina. La sala de espera de los familiares de enfermos ingresados en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital (UCI) se ha transformado en una especie de patio de vecinos. Aquí una veintena de personas, la mayoría mujeres por encima de los 50 años, engañan al tiempo tejiendo bufandas o charloteando sobre los personajes que aparecen en las publicaciones. Un patio de vecinos... si no fuera por ese temido megáfono que avisa cada poco de que alguno de los pacientes se ha puesto peor. O por los montones de mantas, cojines y almohadas que hacen las veces de cama provisional. Y de nuevo, esa taladradora.

Las obras para reformar la zona de Urgencias Pediátricas del Hospital Universitario Puerta del Mar se ejecutan a escasos diez metros de esta sala reservada a quienes tienen un familiar ingresado en la Unidad de Ciudados intensivos. Los trabajos empezaron hace siete meses y no acabarán hasta finales de febrero, según afirma una portavoz de la Delegación provincial de Salud.

La cuadrilla de operarios que se afana por ampliar la unidad infantil hace saltar el pavimento por los aires; corta tuberías con ayuda de radiales, y reduce a polvo el techo para cambiar los viejos conductos de aire acondicionado por unos nuevos. «Lo que se oye ahora es una radial», explica casi a gritos Damián Porquicho, de 30 años y oficial de electricista en la obra, cuando se le pregunta.

La Delegación de Salud en Cádiz reconoce que no existe ninguna regulación especial en forma de ley o norma para acometer grandes obras en un centro sanitario. Nada que haga distinto ejecutar una reforma en una cafetería, por ejemplo, o un gran hospital como es el caso del Puerta del Mar, centro sanitario de referencia de la provincia. «No hay una normativa específica para los centros sanitarios. Están reguladas la normativa general, la Ley de Prevención de Riegos Laborales. Lo que sí se traza es un plan que coordina el calendario y horario de trabajo con los médicos y otros personal sanitario del centro», explica.

Unas reformas, dependientes de la Dirección de Servicios Generales del Puerta del Mar, en las que se cuida no interferir en las operaciones ni en los pacientes, pero que no tienen en cuenta a los familiares de éstos, según reconoce la portavoz de la Delegación.

Molestias «inevitables»

La ampliación de la Unidad de Urgencias Pediátricas es sólo una de las tres grandes obras que el Servicio Andaluz de Salud está llevando a cabo en el centro. Las Urgencias Generales también crecen desde hace un año para dejar más espacio a las consultas. Y en la Unidad de Cuidados Intensivos se gana espacio en los quirófanos.

La Gerencia del hospital, que dirige Asunción Cazanave, asume que es «inevitable que unas obras nos causen molestias». Pero también que es «responsabilidad del hospital reducir el impacto».

Sin embargo, para los delegados sindicales de UGT en el Puerta del Mar existe un problema de fondo: la falta de comunicación. «Desconozco si existe o no una legislación específica para poder llevar a cabo obras en el hospital. Lo cual significa que no la hay; y eso es una barbaridad y una irresponsabilidad», afirma Victoria Bautista, representante del sindicato.

La delegada sindical se queja además de que no se les haya consultado antes de iniciarse las obras, para participar en la redacción del protocolo de actuación durante las mismas. Una norma que la delegada de UGT dice «desconocer», a pesar de haberlo solicitado a la dirección del centro. «Es muy difícil no molestar a nadie cuando se hacen unas grandes reforma como éstas, pero hay cosas que son evitables», concluye Bautista.

Tal vez bastaría con trasladar a Antonia, a Adelina, o la señora de pelo blanco que hojea nerviosa la prensa rosa a otra habitación unos metros más allá del taladro que no cesa. Pero esa es una posibilidad que de momento, reconoce la portavoz de la Delegación de Salud, «no se contempla».

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